
En una callejuela de San Francisco, una banda de Hackers se ha instalado en un almacén llamado Noisebridge. Hoy van a visitarles un grupo llamado DIYbio (biología para hacer uno mismo) y quieren demostrar que es menos complicada que los laboratorios hacen creer. El grupo lo forman jóvenes biólogos que han decidido salirse del camino normal y autodidactas.
Hacen un experimento: Kay Aull, una biohacker, le manda a un chico del público que escupa en un tubo de cristal. Le manda echar una pizca de sal, una gota de líquido de lavavajillas, zumo de pomelo y un dedo de ron. Unos instantes más tarde aparecen unos filamentos blanquecinos; su ADN. Se podía extraer con un palillo. Después, Kay le da una explicación al fenómeno” Primero, el detergente rompe la pared de las células, la sal se amalgama con el ADN, el pomelo neutraliza las proteínas que podrían perjudicarlo y el alcohol hace que suba a la superficie. Y todo con elementos tradicionales que podemos encontrar en nuestra casa. Con esto quieren demostrar que la biología no es tan difícil como parece, ni que es para unos pocos privilegiados, ni que se necesita un equipamiento tan sofisticado y caro.
Kay Aull, se licenció en Biología y trabajó en una empresa pero quebró. Ahora es una parada biohacker que trabaja en casa. Ha construido todos sus instrumentos desde allí con aparatos y piezas caseras. Por ejemplo, la caja electrificada, que sirve para separar los segmentos de ADN la construyó con un marco de fotos y una caja de plástico forrada en papel de aluminio. Oytro, como el termociclor, para duplicar el ADN, lo compró por Ebay de segunda mano y estropeado por 60 euros cuando nuevo debería costar unos 2000 euros, y lo arregló.
Josh Perfetto, un biohacker autodidacta que estudió biología como un hobby al principio pero hace poco se hizo con un equipo y está intentando crear un biocarburante que consuma únicamente agua y luz solar modificando una bacteria. Cuando modifica las bacterias también les inyecta una modificación que las vuelve resistentes a los antibióticos por lo que tiebne que tener cuidado de que no se le escapen pues podrían pegar esa resistencia a otras bacterias que son dañinas para el hombre.
Los miembros de DIYbio quieren poner al alcance de todos su conocimiento, siguiendo el ejemplos de los hackers, así que se han negado a pedir el copyright de sus inventos. Lo llaman diseño libre o copyleft. Esperan que sus impulsos ayuden a que miles de personas se inicien en la materia desde sus garajes y trasteros.